Las nuevas formas de lucha demuestran la independencia no solo ideológica sino organizativa y práctica que los grupúsculos habían adquirido respecto de las tácticas tradicionales.
En la misma medida, tiende a difuminarse la jerarquización y la verticalidad organizativa, para crecer la horizontalidad y la cooperación como valores organizativos fundamentales.
Finalmente necesitarán también el apoyo, o la aquiescencia, de alguna de las organizaciones establecidas (partidarias, sociales, sindicales) que tienen verdadera capacidad financiera y organizativa.