Está muy bien mostrarle a la chavalería, siempre con prudencia, una pequeña porción de la parte más negruzca de la vida, esto es, la muerte; esto es, el cáncer.
El pasaje se había renovado varias veces; la dueña del canasto, negruzca, sebosa e inmóvil continuaba sin embargo su trayecto, y el canasto seguía en su lugar.