El muftí de su país, tan receloso como ignorante, advirtió en su libro proposiciones sospechosas, blasfemas, temerarias, heréticas, o que olían a herejía, y le persiguió de muerte.
Un mustaftí (investigador) debe aceptar y acatar el dictamen del muftí, cuando está convencido de que éste es competente y que su opinión se basa en las autoridades anteriores.
Y entre los ulemas ocupan una categoría especial los muftíes, intérpretes de la ley encargados oficialmente de dar soluciones a los problemas o dudas que se les planteen.