Y desde su maximalismo utópico nuestras propuestas minarquistas sonarían incluso razonables a sus oídos entrenados durante años en el colectivismo socialista y eclesial-franquista.
También, aparte del trabajo, veo las intransigencias que conllevan maximalismos y a lo mejor políticas que no nos convienen mucho, que son políticas rupturistas.