Más todavía porque el modelo que inspira ese esfuerzo es el profesional o empresario de éxito encarnado en la figura marginadora de la persona que está encima de los demás.
Las visiones marginadoras de las mismas perdieron credibilidad por sus pobres resultados, y se espera una nueva rearticulación entre políticas públicas activas, fuerzas productivas y sociedad civil.
No obstante, responder a estos desafíos es muy problemático puesto que, paradójicamente, los migrantes exitosos tienden a mudarse al mundo de los marginadores.
De esta manera, tantos los hombres como las mujeres podrán realizarse como personas de una manera mucha más satisfactoria que siendo marginadas o marginadores.
Fatalmente, los discursos sobre esa igualdad que uniformiza las diferencias, termina siendo totalitaria y marginadora, más allá de nuestras buenas intenciones.