Allí nos encerramos, en una pequeña maloca con chimenea propia, olvidándonos de dónde estábamos hasta que no supimos si eso eran babas o agua que caía del cielo.
Hay lugar para los que duermen en colchoneta, en hamaca o en unas malocas suficientemente cómodas y respetuosas del medio como para satisfacer a ecologistas exigentes.