Podemos imaginarnos las burlas que suscitó la decisión de estos hombres: la irrisión de los realistas que no podían sino burlarse de las fantasías de estos hombres.
Pero haya en esta doctrina simpleza: haya error, como decís, una provechosa bobería (446); con una irrisión se condena, no con espadas, no con fuegos, no con cruces y fieras.
Significativo del dolor y de la culpa, ese río de llanto adquiere el carácter de un rito de purificación, la plenitud asumida de la irrisión y el desamparo humano.