Si todos los pobres los pidiéramos a la vez, los pudientes del país: políticos, banqueros y hasta algunos gerifaltes culturales o administrativos, no podrían controlarnos.
Por encima y más allá de movilizaciones diseñadas en los despachos de los gerifaltes sindicales, éstas han tenido su raíz en los propios claustros de profesores.