En la década de 1890, una base de poder político surgió tras las huelgas de mineros, estibadores y esquiladores, alcanzando una unificación y la representación de las clases obreras.
Cuando lo maltrataban, se humillaba y no abría la boca, como un cordero llevado a degollar; como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.
Llámase comparsa a un número de esquiladores, que bajo la dirección de uno, el capataz de comparsa, van de una estancia a otra, efectuando los trabajos de trasquila.