En nuestras sociedades europeas observamos como los gobiernos desconsideran la voz de los pueblos y vacían a los parlamentos de su función deliberativa.
La democracia deliberativa necesita flexibilidad, incluso desapego ideológico: sin cambios de opinión, la deliberación es un ejercicio estéril, casi absurdo.
En realidad, si se quiere ser democrático, debiéramos construir una videoesfera tan distribuida como la blogosfera: incontrolable, libre, deliberativa, pluriarquica...