Pretender vincular la fe cristiana a una solución concreta en el campo temporal, aunque sea muy buena y bienintencionada, sería una forma de clericalismo.
Que los ejércitos, guerrillas y contraguerrillas latinoamericanas sean torpes, físicamente inferiores y pobremente entrenadas justifica (y hace urgente) la ayuda bienintencionada de la potencia.