Existen, diseminadas por todo el planeta, enormes zonas semipermanentes de bajas y altas presiones, llamadas celdas ciclónicas y anticiclónicas, respectivamente.
Se da bien por irradiación nocturna con cielo despejado en situación anticiclónica invernal, o bien por advección de aire cálido sobre una masa de aire fría.
Durante el verano las perturbaciones del frente polarse trasladan a latitudes más altas y permiten a las células anticiclónicas situarse sobre sus costas.