Desde ese lugar desembarcan pasajeros y carga en balleneras y chalupas o barcos de alije, los que a su vez los trasportaban a carretas tiradas por caballos hasta la orilla.
Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al día siguiente empezaron a alijar, y al tercer día con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave.
Los efectos alijados serán tasados según el precio corriente del lugar de la descarga del buque, deducido el flete, derechos de importación y gastos ordinarios.