Sólo retener instantes, no momentos, y con una consciencia adormecida, eso sí, inevitablemente adormecida, porque el fondo araña, empuja, se entrevé, y a veces sale.
Un buen plan de escritura ha de contemplar siempre los contratiempos derivados de estados mentales adormecidos, alterados, aturdidos o sintonizados con otras necesidades diarias.