De este modo, quedamos preparados a admitir que la sugestión (o más exactamente, la sugestibilidad) es un fenómeno primario irreducible, un hecho fundamental de la vida anímica humana.
Mientras ignoremos sus astucias, ellos nos llevan notable ventaja; y muchos obedecen a sus sugestiones creyendo seguir los dictados de su propia sabiduría.