Árboles podridos hasta la raíz que engendran frutos podridos hasta la médula, pero que, sin embargo, aparecen ante nuestros ojos como frutos relucientes y apetitosos.
Hay zonas en las que centellea: brillantes escamas recaman su superficie aquí y allá, como si las sirenas hubiesen acordado mostrar sus relucientes traseros a la humanidad.