Ya quería dar por terminada la búsqueda, cuando, en lo alto de una especie de meseta, descubrí un caballo ramoneando entre una matas negras, raquíticas.
Haces de leña menuda, de pie, contra el cercado de espinos, rodeaban un bancal de lechugas, algunas matas de espliego y guisantes en flor sostenidos por rodrigones.