Recién en 1918 se funda el primer sindicato de trabajadores, pero rápidamente se produce una fusión entre el movimiento estudiantil y el naciente movimiento obrero.
Aquella que se funda no en normas extrínsecas de perfección, sino en las potencialidades intrínsecas de crecimiento de cada persona y de cada realidad.
Desde entonces, la unidad cultural de los pueblos hispanoamericanos se funda en una trayectoria común de adscripción inclaudicable a los valores capitales de occidente.