Armas no cree en la tesis de que la radiodifusión nacional esté condenada a morir por el vertiginoso crecimiento de otras tecnologías de la comunicación.
Hacernos parte de un modelo económico-social en que, aproximadamente, un quinto de la población está condenada al subconsumo y a una congénita subalimentación.
Un alma condenada que en medio de las llamas divisara de repente la salida delinfierno, experimentaría lo que él experimentó; recobró sus piernas de acero y echó acorrer.