Sin embargo, muchas expresiones que antiguamente se consideraban vulgarismos hoy se aceptan y son de uso común (por ejemplo, adecúo en lugar de adecuo).
Esto muestra cierta indiferencia ante el vulgarismo, pero tiene, en su aspecto positivo, la voluntad de nivelación cohesiva propia de las sociedades en formación.
A partir de aquí la historia, narrada en primera persona, se nutre única y exclusivamente de frases mal dichas, vulgarismos, palabras mal pronunciadas, expresiones confundidas...