Por cualquier disgusto o malentendido se armaba el zafarrancho, y allí era la de dar y recibir mojicones, puntapiés, torniquetes y hasta botellazos, jonazos y tal cual puñalada.
Confieso que me costó mucho trabajo conseguir mojicones, ya es más común encontrar en la panaderías, croissants de chocolate o de almendras que nuestros panes tradicionales.