En nuestras aldeas gallegas tampoco faltaba la tradicional huerta pagada a cada casa, y la cultura del autoabastecimiento estaba profundamente arraigada.
Incluso esto permitió que ayudásemos a una paloma mensajera, que suponemos le faltaba poco para llegar a destino, pero era en verano y la pobre se desmalló en nuestra casa.
Solo había estado funcionando la uno, luego logramos poner en servicio la cuatro, pero aún faltaba la tres, que fue sincronizada el día sábado, explicó.