En su brillante descripción de los lanzamientos de piedras, cruza la línea de la objetividad convirtiéndose en una propagandista en lugar de una reportera.
Al lamentar la homogeneización cultural, los propagandistas de la diversidad lingüística demuestran no comprender lo que hace que una cultura sea dinámica e atractiva.
También en este caso el propagandista incurre en arrogancia e intolerancia cuando pretende imponer a golpes de inoportunidad, de burla o de rechazo, su fe en la no fe.