El autor se definió a sí mismo como periodista, novelista, poeta, ensayista, antólogo, prologuista, humorista, crítico, gastrónomo, culé y prolífico en general.
El prologuista se siente siempre obligado a ensalzar los valores del personaje y su obra aunque sean inexistentes y eso, crée me, es muy comprometido y hasta desagradable.
Interesaron especialmente las notas costumbristas y el color local, pero también, como se encarga de subrayar el prologuista, su peculiar textura dramática: ligera, divertida, ingeniosa.