Pero expresar sentimientos estaba prohibido y dos carceleros, gruñendo como bestias le atestaron golpes con las puntas de sus zapatos, llenas de sangre seca reluciente.
Mientras tanto, evitaremos ametrallar, fotografiando deprisa y maquinalmente, para no sobrecargamos con esbozos inútiles que atestan la memoria y perjudican la nitidez del conjunto.