En el fondo de esta enorme laguna había muchas ostras perlíferas, y desde el puente de la goleta se podía ver muy bien cómo los buzos trabajaban bajo el agua.
Los nuevos colonos supieron sacar provecho rápidamente de las riquezas perlíferas, y antes de 1910 la esplendorosa industria atrajo a numerosos pescadores de perlas asiáticos.
Se organizaban en cuadrillas y se trasladaban hacia los bancos perlíferos donde se sumergían reiteradamente en las profundidades por lapsos de entre 50 y 80 segundos, detalló la historiadora.