Más allá, entre una cortina de agua, se jabona una mujer con manos ciegas, nada sabe de secuestros e invasiones, ni de aviones que surcan con muertos por el cielo.
Entonces la rutina se volvió: jugar y reír mientras lo baño, después jabonar el cabello, 2 minutos de llanto al enjuagarlo, y continuar jugando hasta sacarlo.