El anciano ofrecía una visión lastimosa y horrible: con la cara amoratada, casi negra, los ojos en blanco, las manos apretadas contra el corazón, y espumarajos en los labios.
La parte que puede tener sentido entre los espumarajos incoherentes es si las consecuencias públicas del matrimonio, para el resto de los conciudadanos, son excesivas.