Los padres, allá, en la tierra convulsa se separaban lagrimosos de sus criaturas con la ilusión de que éstas vivieran en tierra libre, con esperanzas vestidas de limpio.
A mí que vengo auscultando mi corazón, esperando su vagido de terror, su emergencia repentina en un suicidio a lo alto, en un atrevido vuelo de despedida convulsa.