Es una especie de antídoto vital contra las rutinas del día a día que pueden robotizarnos y hacernos olvidar aspectos básicos y fundamentales en nuestras vidas.
Se puede fabricar con productos reciclados, conecta muy bien dentro de la tendencia de la ecoconstrucción y además su colocación se podría robotizar porque se encajan solos, afirma su hija.
Una educación que robotiza lleva a la pobreza moral y al aburrimiento existencial que son el caldo de cultivo de la corrupción y de los actos (auto) destructivos.