Nunca supe a dónde iba el yuyito ni el porqué (aunque esto sí me lo imagino) de los moretones, rasponazos, cortadas, pequeñas heridas que traía de vuelta.
Pero si la dejamos reposar y acometemos cualquier otra tarea, cuando la retomemos al cabo de varias semanas, veremos los rasponazos en su flamante carrocería.