Proscribir los fármacos reconocidamente ulcerogénicos, como los derivados del ácido acetilsalicílico, los antiinflamatorios no esteroidales y los corticoesteroides.
La norma y esa interpretación, por contra, es dejar las puertas abiertas a proscribir cualquier ideología que sea contraria a nuestra neoliberal y burguesa constitución.