Este modelo prohibicionista ha servido para ampliar las brechas sociales, las inequidades económicas, las diferencias políticas y las asimetrías internacionales.
Hablaremos de ello, pero baste apuntar que con una política no prohibicionista, el mercado negro y la delincuencia asociada al tráfico desaparecería por completo.
Como cada día mueren miles de personas por un mal uso de los automóviles, habría también que prohibir los coches, siguiendo el razonamiento prohibicionista.