Así finalizo una increíble velada, con los cuatro miembros de la banda regalando sus plectros, baquetas, muñequeras, y armando pequeñas batallas entre los asistentes por un recuerdo.
Y allí donde el nenúfarse confunda con celdas provisionales, amarraré mi corazón al lago plácido en que hacéis del plectro imponente lección libérrima de estilos complementarios.