Autorizados panegiristas - y entre ellos nuestro ilustre presidente - han exaltado, antes y después de su lamentada desaparición, sus relevantes prendas personales y sus distinguidos servicios públicos.
Pero hasta los más despistados tuvieron que aceptar que la globalización neoliberal era algo bien distinto de lo que, de dientes para afuera, expresaban sus panegiristas.
Todo el elemento humano que lo rodeaba, era mediocre, y la literatura de los panegiristas, biógrafos y comentadores, es lo más terrible: irritaciones meníngeas.
Se trata de una manifestación desembozada del racismo imperante en las esferas del oficialismo y de sus panegiristas, pues se resaltaban los caracteres fisionómicos caucásicos.