No, no es posible que exista castigo para la bondad y que la maldad siga abierta a su paso merodeando por el mundo tan oronda y mofletuda como si nada.
Tú vas tan tranquilo a tu rollo y de repente este niño tan rico y mofletudo te pregunta a ti, pobre y desgraciado transeúnte, si quieres jugar en su equipo.