Tampoco teníal usual miriñaque o crinolina bajo la falda, que solía ser tan extremo que tenían que ensanchar los marcos de las puertas para acomodar los vestidos.
Su atuendo de varias polleras superpuestas le daba tanto volumen que parecía un miriñaque, sobre el torso véstía un pulóver enorme, mutilado de mangas y visiblemente apolillado.
Los guardainfantes eran acampanados miriñaques formados por barbas de ballena, tela y una jaula de alambre que formaban parte de la ropa interior de las mujeres.
Santiago tenía razón con la modificación del vestido, quitar el miriñaque y, probablemente, más capas para que las transparencias de la falda fueran más discretas.