Posiblemente estos hechos geográficos y astronómicos ayudaron a reforzar el magnetismo que desde entonces provocó en millones de almas la ruta jacobea.
Incluso hemos convertido el mito jacobeo, que sí fue un hecho fundacional paneuropeo, en una red atrapaturistas y una excusa más para organizar verbenas.
Pero también es incuestionable que la ruta jacobea se ha ganado su prestigio actual gracias a su valor eminentemente espiritual, justamente en una sociedad progresivamente enferma de materialismo.