No es mi ánimo discutir ese discurso; doy por sabido que en él trata usted magistralmente los arduos problemas políticos y sociales de nuestro país, ideando las más galanas soluciones.
Ángela tenía los cabellos entremezclados con canas, blanca, entradita en carnes de lo que en el interior en esos tiempos se solía llamar una mujer galana, hermosa.
Todo eso dicho con gran locuacidad, con frase galana, algunas veces conmovido, suplicante, para que nos interesemos por su suerte y pidamos su libertad.