De esta aventura empresarial sin éxito, el único remanente fue finalmente el nombre aplicado a sus seguidores políticos, que con el tiempo llegaron a ser conocidos como los estanqueros.
En cambio, los estanqueros, rehabilitados ya en la tornadiza opinión de la época, representaban un poder efectivo y contaban con las mejores cabezas políticas del momento.
La estanquera de mi lugar, hermosa, guapa y lozana deseada por los hombres y por damas envidiada, de los hombres, por buena hembra y de damas... por lo que gana.