Ese éxito para muchos, entonces se traduce en poseer cada objeto que me permita empavonarme ante los demás, a través de vehículos, casas de ensueño, cuentas bancarias, viajes, etc..
La noche de capilla fue aterradora para el pobre hombre empavonado, tan terrible que, cuando le llevaron a matar en la madrugada de ojos pitañosos, se había vuelto blanco.