Levinas sabe leer allí un mandato ético cuyo valor diferencial se sostiene en lo podemos llamar el tí-mismo, la otredad, el semejante en la desemejanza, la falta en ser.
Por lo demás, para él el pensamiento también consiste en un acuerdo de lo semejante con lo semejante, mientras que la ignorancia proviene de un desacuerdo o de una desemejanza.