Pero el desarraigo urbano remite, por debajo de ese bosque de imágenes, a otra cara de la des-espacialización: a la borradura de la memoria que produce una urbanización racionalizadamente salvaje.
Porque tanto desamor y tanto desarraigo se quitan solamente pateando la existencia a ver si paso a paso te vas deslastrando de esa soledad que llevas a cuestas.
El aislamiento multiplica las consecuencias del desarraigo e impide que las nuevas concepciones morales, históricas, religiosas, estéticas o políticas permitan salir del atraso.