La banalidad y el hedonismo insolidario de la sociedad del entretenimiento se consolidan, al mismo tiempo que progresa la decrepitud moral individual y colectiva.
Y la censura mediática, que ha atenazado a los mass media hasta la decrepitud y la ruina: censuras políticas, publicitarias, empresariales, editoriales, autocensuras, renuncias, cobardías...