Y ahí están, son seiscientos tordillos su tropilla crines blancas de esperanza que flamean, al compás del viento pampa en la llanura, entre algarrobos, piquillín y cortaderas.
Además del jacarandá, que era un brote cuando nos mudamos, tenemos cortaderas, pezuña de vaca, festuca y lirios, que voy sacando del costado de la ruta.
El lugar sólo recibía los reflejos de los autos que pasaban por la ruta y estaba lleno de yuyos, cortaderas, que hacían peligroso caminar por allí de noche.