El burlador procede con desvelo, efectivamente, pero con un desvelo de tahur que admite las ficciones de la baraja, su corruptible cielo constelado de personas bicéfalas.
Eso es típico, cuando te metes en una situación en la que se convierte en un arquetipo constelado, padecerás este peculiar efecto hipnótico, quedándote repentinamente dormido.