Las venas superficiales, satélites de la arteria cística, desembocan en la arteria porta; las profundas alcanzan el parénquima hepático como portas accesorias.
Entre las causas menos comunes se incluyen: fibrosis cística, un cuerpo extraño, tumores, neumonía, defectos congénitos, enfermedades cardíacas o inmunodeficiencia, entre otras.