Esto lo piensan, los que consideran que hay que asaltar la montaña y prender la pradera (aunque no estén dadas las condiciones) mezcla de aventurerismo, voluntarismo y romanticismo revolucionario.
Pero, sobre todo, esto habla de un aventurerismo político y una actitud provocativa que da a la policía y al gobierno el pretexto perfecto para cualquier cosa.
Esta alternativa implica olvidar por completo el aventurerismo librecambista y controlar el manejo de las divisas, evitando su desperdicio en bienes de consumo suntuario.
De no ser así, la democracia naciente no tendrá un asidero sólido en la sociedad, y podrían prender intentos de regresión autoritaria o de aventurerismo revolucionario.
Ambas, puede que tengan algún sentido, pero la desmesura en que pretenden incurrir los alcaldes de esos municipios resulta desproporcionada y de extremo aventurerismo.