Un parque dónde encontramos esa flora autóctona de la zona: tarayes antiguos, con sus troncos vacios por el tiempo, esqueletos que de ellos brotan nuevas ramas, nueva vida.
Hay un quemadero maya, ubicado en una loma al lado de la torre de la emisora de radio, donde los indígenas practican la religión autóctona y hacen ofrendas.
Su amor profundo por la tierra borinqueña lo hace alejarse de los escudos tradicionales para darle a nuestra insignia y principios, una identidad autóctona.