En cinco años, la ficción latinoamericana había pasado, particularmente ante los ojos de los lectores europeos y norteamericanos, de la parcial anonimia al más relumbrante estrellato.
Pretendemos un tiempo, porque respecto al tiempo de pretender, las pretensiones pretenciosas pueden llevarnos auto anonimia, y dejar de encontrarnos, en lugares pequeños que se vuelven inmensos.
La anonimia y el aislamiento actual, que caracteriza la mayoría de nuestras parroquias, vuelven casi impracticable cualquier intento de corregirse fraternalmente.